Periodismo y Cuentos

viernes, 29 de julio de 2011

Batista llegó al puesto silbando bajito

El Checho se hizo un lugar en la Selección mayor sin muchas polémicas. Primero como interino y luego como entrenador oficial, cumplió con los deberes necesarios para ser el elegido de Grondona.

Atrás quedó el Mundial de Sudáfrica y con él, el nombre de Diego Maradona como técnico de la Selección Argentina. Luego del renunciamiento/despido, el interinato provisorio quedó en manos de Sergio Batista y esto hasta el día de hoy no cambió, claro, con el cambio de que desde hace ocho meses ya es entrenador oficial. En medio pasó tanta agua que muchas cosas se las llevó la corriente y otras tantas quedaron a la deriva, que si uno observa con una pizca de atención las verá a un costado, como restos de basura que ensucian el camino. Nada anormal dentro del fútbol.

Lo cierto es que desde la misma asunción de Maradona, el nombre del Checho Batista estuvo en danza. Como entrenador de los juveniles, luego como ayudante, que sí y después que no. Al fin de cuentas, su lugar estuvo en las Selecciones juveniles. No por mucho tiempo, ya que la “era 10” duró muy poco y una vez con la vacante del banco al alcance de la mano, no desaprovechó la oportunidad. Cumplió con los deberes necesarios y aquí está, como técnico oficial luego de un interinato de tres meses.

En el pasado quedaron el “Ruggeri-gate”; el “No tengo los mismos códigos ni la misma forma de pensar que Maradona”, de parte de Riquelme; los dos meses de sanción impuestos por la FIFA; el “Como persona no sirve, es una basura, no tiene dignidad”, de Jorge Ribolzi hacia Diego; la no renovación del contrato; el “Grondona me mintió, Bilardo me traicionó”, en este caso por parte del ex técnico; el 0-4 ante Alemania, y seguramente alguna que otra cuestión en el camino.

En ese interinato del Checho con el buzo puesto, Argentina le ganó a Irlanda 1 a 0 y a España 4 a 1, en lo que fue hasta el momento la actuación más brillante de su equipo. Luego llegó la derrota ante Japón por 1 a 0, pero en esos días parecía que la sentencia ya estaba firme, sin importar demasiado ese último partido.

Aunque el propio Batista se encargaba de decir que no le gustaría que la decisión pase por los resultados, sino que se tomen en cuenta “los Juegos Olímpicos, el trato con los jugadores, mi trabajo en los juveniles, la capacidad que tengo o no para manejar un grupo de estas características”. Pero por las dudas, al mismo tiempo también aclaraba que “si me juzgan por los resultados voy ganando dos a uno”. De una manera o de otra, la cuestión era permanecer en el cargo. Vaya a saber qué tuvo en cuenta de todo esto Julio Grondona, pero lo cierto es que lo consiguió sin demasiados sobresaltos.

Los nombres de Simeone, Russo o Sabella se mencionaron pero con pocas chances desde un principio. Lo más difícil era evaluar seriamente el abanico de candidatos, el proyecto que presentarían cada uno de ellos, discutir seriamente entre todos los directivos del Comité Ejecutivo de la AFA, replantear los objetivos que se querían lograr con la Selección y demás etcéteras. Pero una vez más, nada de esto pasó y se optó por lo más fácil.

En este caso, lo más fácil resultó ser elegir al entrenador que estaba más a mano y que no les ocasionaba demasiados problemas en cuanto a la creación de polémicas con dirigentes, con Bilardo o con los periodistas. Apenas se dejó ver una pequeña grieta con Grondona luego de perder ante Nigeria por goleada, con alguna que otra palabra cruzada.

La mayor polémica fue sin dudas lo recientemente ocurrido con Tevez y su no convocatoria por no estar “entre mis prioridades”, porque “manifestó algo que lo hace no estar” y, por último, por el hecho de que “juega porque me da más tenencia de balón”. De un extremo al otro, así de sencillo. De pasar de un asunto netamente futbolístico, a limar asperezas extradeportivas.

Quizás, otra de las aristas desconcertantes haya ocurrido a la hora de presentar la lista inicial de la Copa América. Desde hace poco tiempo, Batista intenta familiarizarse con las redes sociales y llegar más directamente a la gente. El resultado de esto fue la publicación vía Twitter y Facebook de la convocatoria de Oscar Ustari, cuando recientemente se había roto los ligamentos cruzados de la rodilla y también la publicación del nombre de Emiliano Insúa, cuando paralelamente, en la lista oficial de la AFA, no estaba ninguno de estos jugadores.

Igualmente, esta confusión es una mancha que no pasa más allá de eso, que quedará tapada siempre y cuando haya sido eso, sólo una confusión. Y también, como pasa siempre, cualquier pequeño o gran inconveniente quedará oculto debajo de los resultados positivos. En cuanto a esto, el Checho lleva ventaja (aunque no queda claro si para él son importantes o no).

En la etapa previa a la Copa, de 13 partidos al mando del equipo nacional, consiguió 7 victorias, 3 empates y 3 derrotas. Y los encuentros de mayor relevancia (España, Brasil y Portugal) los ganó. Desde un comienzo, Batista está tratando de imponer un estilo de juego que, a grandes rasgos, se puede llegar a emparentar con el del Barcelona. Utópico o no, los jugadores dieron el aval ante esta propuesta y de a ratos se pudo vislumbrar buenas asociaciones dentro de la cancha.

Esta es la gran oportunidad para demostrar que su convicción para afrontar el cargo de técnico, una vez desocupado, no haya sido en vano. Que su idea de no entrar en demasiadas polémicas para llegar más fácil a ese lugar tenga satisfacciones para todos. Llegó el momento de salir a la cancha y dejar atrás todo lo anterior, de demostrar dentro del campo de juego lo que se propone afuera. Llegó la Copa América y sobre lo demás, ya lo dijo Don Julio, “todo pasa”.

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