Periodismo y Cuentos

domingo, 14 de junio de 2009

Cuento

Una visión particular

Era un lugar oscuro, lleno de árboles. Era de noche, pero me imaginaba que de día sería exactamente igual y que esa oscuridad permanecería intacta. Esa bruma era cada vez más espesa y no me permitía ver más allá de algunos metros de distancia. Era negra y se acercaba a mí con mucha rapidez. Tuve la sensación que estaba controlada por alguien, pero no se por quién. Veía detrás mío como dejaba a cuerpos tirados en el suelo mientras yo corría muy fuerte. Esos cuerpos estaban inertes a causa de la muerte que provocaba esa bruma.

Recuerdo que tuve la impresión de que estaban jugando conmigo y que en pocos minutos, cuando estuviera a punto de salvarme, esa muerte misteriosa, tan rápida como el paso de la luz, saltaría tras de mí para matarme.

Tenía mucho miedo, y ese miedo fue mayor cuando tropecé, no sé con qué. Comencé a sentir algo muy feo. Sentía como empezaba a tocarme esa bruma tan fría. Fue un momento horrible. Creo que me tocó en la espalda, aunque ese frío me recorrió todo el cuerpo.

La sensación, cuando desperté, no la puedo describir muy bien. Esas pesadillas que aparecen cada tanto en mis sueños son muy feas y me sentí aliviado, en parte, al darme cuenta que era sólo eso, un mal sueño. Ese fue mi primer pensamiento. Pero el que le siguió fue el mismo que el desde hace bastante tiempo. La bronca se me presentaba una vez más y por culpa del mismo responsable de siempre. El llanto de mi hermano era insoportable y estoy seguro que todos los vecinos lo escuchaban. No podía entender cómo mis padres lo habían dejado en mi habitación. Yo ya estaba grande y no necesitaba de los gritos de un bebé en mi cuarto.

Me sentía libre y hacía lo que quería en mi habitación, claro, hasta que llegó él. Me daba mucha bronca. Nunca me imaginé que de esto se trataba tener un hermano. Pensaba que podía ser algo mejor, más lindo. No pensé que fuera así. Si al menos no gritara tanto... Encima yo tengo que ocuparme de mis cosas y así se me complica bastante. No puedo pensar en todo lo que tengo que pensar y eso me molesta mucho.

Todos los días lo mismo. Lo único bueno de esa noche fue que me liberó de esa pesadilla. Creo que esos sueños tienen algo que ver con lo que me estaba pasando. Siempre sentí que Javier lloraba a propósito, con el único fin de molestarme, y que, de alguna manera, en todo momento estaba atrás mío esperando que me distrajera para luego fastidiarme con más fuerzas. Cuando yo estoy haciendo algo importante y logro deshacerme, aunque sea un instante de él, otra vez los gritos en mis oídos.

Es cierto que lo de la muerte en la pesadilla puede ser algo exagerado, pero la verdad es que ya no aguanto más. Siento eso o algo muy parecido. Son pocos los ratos en que estoy solo y ahí es cuando pienso que estoy a punto de salvarme, pero no. El sonido es más lento que la luz, aunque creo que no sucede eso con los llantos y gritos de mi hermano. Puedo oírlos muy fuertes y claros siempre cuando estoy distraído.

No recuerdo que yo fuera así al poco tiempo de nacer. Está bien que era chico y puede ser que por eso no tenga demasiada memoria de aquellos tiempos. Pero ahora que soy más grande me doy cuenta de las cosas y sé que no es justo que Javier esté aquí conmigo. No lo recuerdo, ya lo dije, pero igualmente estoy seguro que yo era distinto. No hacía demasiados problemas y me comportaba mejor, como un chico grande, como el que soy ahora. Me va a ser difícil llegar a entenderlo en algún momento.

Este cuarto tan grande en el pasado y tan chico ahora... Y todo por culpa de él. Yo me podía mover libremente por donde quería, tenía toda la habitación para mí solo. Cuando me enteré que iba a tener un hermano, nunca me imaginé que las cosas podrían cambiar tanto. Era el único hijo, el único sobrino, el único nieto. Pero ya no. Y ahora parece que a nadie le importo. Tenía todos los privilegios y de golpe todo eso se esfumó. Ya no había nada. No sólo siento una invasión en mi cuarto, sino también en mi vida.

Tengo mucha bronca y creo que queda claro con todo esto que digo. Sinceramente no sé qué hacer. Trato de calmarme y analizar todos los días de qué manera puedo sobrevivir a esto y la verdad es que no encuentro forma alguna de hacerlo. A veces pienso que mi mente está muy avanzada pero, después de todo, está bien que así sea. Es más, es como tendría que ser la de todas las personas, chicos y grandes. Pero yo sé que no sucede esto.

Y en este momento en que estoy hablando y pensando en otras cosas, ahí está otra vez. Ese llanto es verdaderamente inaguantable. Siempre lo mismo. Me distraigo un segundo y esos gritos vuelven a retumbar en mis oídos. Mi madre lo levanta en los brazos y no hay ni siquiera una mirada hacia mí por parte de ella. ¿La sigo queriendo? Sí, eso creo que sí. Pero la bronca sigue estando y cada vez es mayor. Sé que el principal culpable es él, pero todos ayudan a que esto ocurra. Y mis tías no se quedan atrás. Siempre están cuando Javier las necesita. Yo también las necesito y ellas parece que no se dan cuenta.

Supongo que tengo que comportarme como él para que todos me vuelvan a mirar. Pero yo no tengo la mínima intención de rebajarme de esa manera. Yo voy a seguir con mi actual comportamiento, pues estoy completamente seguro que es el mejor, a pesar de que nadie me preste atención.

Me gustaría que todo esto se termine de una vez por todas. Sigo sin saber cómo. Quiero que crezca definitivamente y que deje de hacer cosas de bebés, pero creo que va a llevar un largo tiempo. Me pregunto porqué yo no soy ni fui así. ¿Seré tan inteligente? Eso no lo sé. Puedo suponer que sí, pero realmente no lo sé. A veces me imagino cómo va a ser mi vida cuando empiece a estudiar. Tal vez pueda ser el más inteligente de la clase. Igual todavía falta para eso... Y ahí otra vez. No pasó un minuto que mi madre lo dejó en su cuna... y otra vez. No lo puedo aguantar más. Yo creo que los vecinos se deben quejar y si no lo hacen, tendrían que hacerlo. No creo que alguien pueda gritar más fuerte que Javier.

No sé que pensar. A veces, cuando estoy un poco más calmo, me doy cuenta que es y seguirá siendo mi hermano, para toda la vida. Lo único que tengo que tener es paciencia y si hasta este momento pude soportarlo, tal vez pueda seguirlo haciendo. Repito, después de todo, es mi hermano y en el fondo sé que lo quiero. Será cuestión de sobrellevarlo de la mejor manera posible, a pesar de que a veces parece imposible.

Nunca les pude contar ni a mis padres ni a nadie todo lo que me pasa y las cosas que siento acerca de Javier y de toda mi familia. Creo que muy pronto me podré desahogar y confesar todos mis sentimientos. Hace un tiempo empecé a dar mis primeros pasos y de a poco estoy aprendiendo a pronunciar algunas palabras, si es que se puede decir palabras a pequeños balbuceos.

Este año y medio de vida es duro. Ya se dará cuenta mi hermano cuando llegue a esta edad y vea cómo es la vida de un grande.

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